viernes, 31 de marzo de 2023

Amélie Nothomb - Primera sangre

Sucedió hace veintimuchos años, no sabría precisar cuando pero bien al principio de mi periplo universitario. Una compañera me prestó El país de las últimas cosas de Paul Auster. El resultado inmediato fue que el neoyorquino se transformó en uno de mis autores de cabecera y la escudería que lo acogía, la editorial Anagrama, en el refugio al que he ido desde entonces a buscar nuevas lecturas. En estas casi tres décadas de fidelidad a la marca son muchos los volúmenes con su sello que he devorado y que honran mis estanterías, entiendo absurdo hacer una lista, pero había un nombre propio que siempre se me quedaba por probar y ese era el de Amélie Nothomb. Ya lo he resuelto.

Supongo que es ahora cuando usted se lleva las manos a la cabeza diciendo que cómo es posible que no haya leído antes a esta autora. No me voy a enredar en explicaciones. Voy a hablar de su libro y lo que me ha parecido, si no le gusta no mire. Es fácil.

El libro en cuestión es la publicación más reciente de su autora, un opúsculo que no llega a las ciento cincuenta páginas de márgenes generosos y letra grande, esto último es perfecto para los que sentimos el aguijón de la presbicia, no lo negaré, pero el resultado es este: poco texto. Un relato largo, una novelette que la llaman ahora. Ningún problema con eso salvo el precio. Mejor esperar a la edición de bolsillo porque es un sablazo para tan poco tiempo de lectura. Aunque, claro, en mi caso ya no tiene arreglo. Se le perdona si lo cuenta es impactante. ¿Lo es? Vayamos con ello.

La cosa empieza potente, es la moda, lo recomiendan los gurús de esto de darle a la tecla. Empezar in media res o con algo impactante para enganchar al lector desde el primer momento. En realidad lo recomiendan más para enganchar al lector de la editorial y que se lea tu mierda de modo que aumenten tus posibilidades de vendérsela. Aquel que ha pagado dieciocho euracos por un librito con menos texto que la etiqueta de un champú se lo va a leer sí o sí e incluso le va a buscar el sentido hasta el infinito con tal de no sentirse estafado. Supongo que Amélie podría haberse ahorrado, en su trigésima "novela", este recurso de principiantes, pero bueno, un recurso es un recurso y se puede utilizar cuando cada quien estime oportuno si sirve a los fines perseguidos. Aquí funciona. Comienza con un pelotón de fusilamiento en mitad de los 60 en el Congo y alguien delante de ellos a quien al parecer le queda un suspiro para reunirse con la Parca. Quiero más.

Creada la incertidumbre de qué va a pasar con el personaje, que resulta ser el padre de la autora, es hora de dar marcha atrás para explicar lo más interesante (dado que tal como plantea el principio eso de que no vaya a morir tiroteado por  los rebeldes Stanleyvileños se nos antoja muy imposible, el final es obvio) que es cómo ha llegado hasta allí el reo. ¿Se pasa de frenada la señora Nothomb en su viaje atrás en el tiempo? Uno diría que no viendo lo cortito que es el libro, pero sucede que sí, que para explicarte las circunstancias del asunto se remonta a cuando el padre era niño, huerfanito, criado por sus abuelos como respuesta a una madre ausente y desentendida, viviendo aventuras casi dickensianas en el castillo de Pont d´Oye con su otra parte de la familia, su primer amor... todo en una serie de secuencias que no te permiten despegarte del libro pero que se suceden un poco porque sí hasta llegar al momento de marras.

Bueno pues llega el momento, te mete en situación, te enteras un poco de los vericuetos del asunto, el resto te lo tienes que imaginar o si no para eso está Google, deus ex machina (recurso un pelín feote para complementar un recurso de principiantes y decirte jajajaja has caído en la trampa) y se acabó lo que se daba, ¿qué más querías por dieciocho euros, so tieso? Menuda descepción la señora Nothomb. Está claro que lo mío no son las Amélies. Mi reacción en Tuister fue inmediata.


Cerrado el libro y zanjado el tema me siento estafado y desde luego no quiero leer nada más de la autora. Comienzo mi siguiente lectura y empiezo el proceso de olvido de lo leído.

Ah, no, espera, que esos niños muertos de hambre en ese castillo en mitad de la II Guerra Mundial comiendo de mala manera compota de ruibarbo y muertos de frío mientras el abuelo vive como un reyezuelo resuenan en mi cabeza. Ese retrato de la decadencia de la aristocracia belga es muy poderoso. Habría que ver quién le pone el cascabel al gato con los nuestros, si es que están en decadencia, me parece que todavía viven muy requetebien a cuento de sus pedrigrís (¿o se dice pedigrises?). Inevitable recordar el capítulo del Lazarillo con el hidalgo o el viejo dicho castellanoleonés "como huevos pero eructo jamón". Decadencia y clasismo que casi le chafan el matrimonio al pobre padre la autora por aquello de ella no es digna de ti, de nosotros. Nosotros y ellos, un tema muy interesante que resuena de nuevo cuando afronta el papel de su padre en la toma de rehenes de Stanleyville, en el Congo, en 1964 donde la autora retrata la angustia y la impotencia del momento con pulso firme. 

Total que aquí estoy que hace ya tres días que me terminé de leer el libro y no paro de darle vueltas a lo leído, sacándole cada vez un poquito más de jugo (y eso que estoy inmerso en otra lectura fascinante, si consigo continuidad con el blog ya hablaré del tema). Ahora resulta que no sólo quiero leer más cosas de Amélie Nothomb, incluso he echado un vistazo y tengo candidatos a ser lo próximo que le lea, también me planteo releer este Primera sangre con calma y tomando notas. Como en aquel chiste Caperucita, ¡joder como cambia el cuento!

Es muy interesante el asunto. ¿Alguna vez te ha pasado de cambiar de opinión al tiempo de haber leído un libro cuando has madurado lo que te ofrecía? Y Amélie Nothomb, ¿la has leído?, ¿qué te parece? ¿recomendarías algún libro suyo? ¿cual?

Gracias por leer, espero no tardar tanto en la próxima entrada.

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