viernes, 20 de septiembre de 2024

Budapest - Nieves Mories

Hace ya tiempo que el nombre de Nieves Mories resuena en mi entorno lector cuando se habla de autores patrios de terror, en este caso autoras y además con todas las de la ley porque estoy descubriendo una serie de autoras que me están dejando con las patas colgando, entre ellas esta que hoy nos reúne. Es una auténtica gozada los libros que nos están regalando estas mujeres, sí, regalando, porque lo que pagues por ellos es poco en comparación con lo que ofrecen. Ojalá vean recompensado el esfuerzo y dedicación que ponen en cada uno de estos textos.

Ya había leído Asuntos de muertos de esta autora y me quedé con las ganas de reseñarlo porque no me sentía capaz de encontrar las palabras apropiadas para hacerle justicia. Ahora con Budapest esa sensación se acrecienta aun más sobre la base de que el libro es más raro que un ornitorrinco. Esta rareza no es algo negativo, al contrario es uno de sus puntos fuertes, pero complica un poco el poder transmitir una idea de qué te vas a encontrar si osas abrir sus páginas.


He aquí un pequeño ornitorrinco que he encontrado en el Internet a modo de demostración empírica de lo rarunos que son, por si nos los conoces en persona. En inglés se dice platypus, para terminar de arreglarlo.

El libro ya empieza apuntando maneras desde el prólogo de Daniel Pérez Navarro que no tengo muy claro quién y me va a perdonar que no me ponga ahora mismo a informarme. En el prólogo en cuestión se habla de música. De Béla Bartók, Georg Solti, György Ligetti, Zoltán Kodály... Todo ello mezclado con referencias literarias, pero sólo por ese enfoque musical y esos músicos que tanto admiro ya me tiene ganado, aunque no me prepara para nada para afrontar lo que me espera encerrado en las páginas que vienen a continuación. ¿Qué podría hacerlo?

Con Budapest, Nieves Mories nos lleva a un viaje desolador por un páramo postapocalíptico que se supone es la ciudad que da título al libro pero casi podría ser cualquiera. Este viaje irá de dentro a fuera de sus personajes, adelante y atrás en el tiempo, sin aviso, sin orden aparente. No parece ser intención de la autora contarnos una historia tanto como meternos en ella, hacernos sentirla, desconcertarnos con imágenes atroces que se superponen hasta desbordar nuestra resistencia a esos oscuros horrores de la Tierra que gustaba glosar Lovecraft. Llega un punto en el que tanta ocurrencia descarnada y macabra termina por hacer que tu cerebro diga basta y se plantee su propia cordura por insistir en seguir adelante con semejante lectura, pero sabes, ya lo has descubierto hace rato, que no estás leyendo un libro si no contemplando un mosaico donde las escenas forman un todo que es mayor que la suma de sus partes y tú tienes que discernir. Hay que dar un paso atrás y observar con perspectiva cada pincelada como un cuadro impresionista. ¿Recuerdas a Van Gogh? Un pequeño trazo de color de sus lienzos no es nada si no lo ves en conjunto. La cordura implosiona pero no puedes parar de leer, quieres ver ese Budapest devastado desde todos los ángulos que Nieves tenga a bien, o a mal porque esto es un poco perverso, mostrarte.


Sé que queda un poco cutre poner la portada de una captura del móvil, pero es que lo he leído en ebook y como le haga una foto al Kindle en blanco y negro ya sí que va a ser horrendo el asunto.

Poco a poco, como decía, la historia de Cara y Carlo va penetrando en tu mente, se va haciendo con ella. Estos dos niños que son primos pero han crecido como hermanos deambulan buscando cuentos y comiendo corazones, a primera vista parece una chorrada, me costó asumirlo, pero algo en el tono, en la forma de escribir de Nieves Mories me empujó a seguir y pronto todo tuvo menos sentido aun, pero dentro de esa extraña coherencia. Hay una historia, evidentemente, está ahí, contada de un modo discontinuo que dificulta seguirla y ponerla en pie, pero no somos críos a los que hay que mostrarles como se juntan las piezas de un puzzle. No seré yo quien te desvele lo que vas a leer, le quitaría la gracia al asunto.

Sí que he reconocido algunos de esos temas que parece que a la autora le gustan, a juzgar por lo leído antes de ella. Todos tenemos los nuestros. A Nieves Mories las familias con historias retorcidas parecen tirarle con fuerza, quizá ahí empiece realmente el componente que hace de esto un libro de horror, al menos para mí. Todo ello transido de citas de poemas y canciones que harán el recorrido aun más pintoresco. Pero no te equivoques, no hay salvación en Budapest, ni aunque pueda parecerlo. Los caminos llevan a todas partes y a ninguna, a la propia vacuidad de la condición humana que creemos controlada y civilizada pero pende un fino hilo.

Es, de este modo, un libro de difícil lectura. Requiere atención y perseverancia, esfuerzo para ir analizando y colocando las piezas, no es un libro para cualquiera que se conforme con que le cuenten una historia lineal con la estructura de siempre, pero llore en cuanto le cambien una coma de sitio. Más bien al contrario, creo que requiere de un público atípico en nuestros días, el que no se acomada, el que gusta de reflexionar y de propuestas que desafíen su percepción. La percepción requiere participación, no lo olvidemos nunca. Si no requieren tu participación te están tratando como si fueses idiota. Nieves Mories confía en la inteligencia de quien se acerca a sus libros y eso se agradece.

Me dicen por el pinganillo que esto es un modo relativamente nuevo de hacer las cosas en la literatura de terror y que le llaman weird, o sea raruno, lo que te estoy diciendo desde el principio. Supongo que esto la emparenta con Jon Padgett y su El secreto de la ventriloquía, que leí hace poco y sí que es cierto que se pueden encontrar nexos en las formas. Sin lugar a dudas es menester profundizar en este particular.

No sé si después de esta parrafada a alguien se le habrá despertado el interés por acercarse a Budapest, pero ahora mismo no sé qué más decir sin contar nada fundamental que revele más de lo deseable, todavía estoy trabajando en la reconstrucción de mi mandíbula que se me quedó colgando del asombro con esta lectura. Espero que mi modesta aportación le sirva de orientación de cara al libro.

Gracias por su atención.

jueves, 22 de agosto de 2024

Pactum. Que el diablo os perdone. - Ángel Barrios

    Si es usted de esas personas que están atentas al devenir del andargraun literario y cuanto acontece entre los autores autopublicados, no me cabe la menor duda que ya conocerá, aunque sea de oídas, a Ángel Barrios. Es uno de los triunfadores de esta oleada virtualmente infinita de autores entre la cual es fácil perderse y terminar naufragando entre un sinfín de obras. En este caso se trata de una voz reconocible, que siempre está en lo más alto de las listas de ventas, una cara presente en muchas ferias del libro por todo el país, una publicidad siempre ingeniosa en redes sociales y unos libros que, como poco, llaman la atención.

Aunque el autor se ha dado a conocer con su serie de novelas Meseta Negra, obras muy recomendables, en esta ocasión me voy a centrar en su última publicación, Pactum. Que el diablo os perdone. Se trata de la segunda novela de la serie Averno, que por el momento cuenta sólo con dos historias pero no me cabe duda que pronto ampliaré. A Ángel le gusta trabajar en serie. Todo parece indicar, y de hecho así es, que se aleja de los parámetros iniciales de la novela negra en los que se movió con sus anteriores entregas para adentrarse en el terror. Veamos de qué va esto.


Efectivamente, todo parecido con sus obras iniciales parece ser pura coincidencia. Aquí Ángel se mueve en un registro de terror que nada tiene que ver con sus novelas negras de corte humorístico, herederas del esperpento de Valle Inclán y tono un pelín delirante. Cierto que hay matices, pinceladas, en las que quien le sigue encontrará a su autor deseando de soltar una de las suyas aunque el texto sea de una naturaleza radicalmente distinta. La cabra siempre tira al monte.

En esta ocasión la historia va de un profesor universitario que a su vez escribe guiones para películas. No le va mal en la vida pero su nivel moderado de éxito no le da para pagar las cuentas así que, agobiado por las deudas, decide abandonar su carrera y probar fortuna en la empresa familiar donde ganará mejores cuartos que estima que le permitirán una vida más satisfactoria o, al menos, desahogada. Una historia de madurez, a fin de cuentas. Con esta intención decide hacer el Camino de Santiago antes de empezar su nueva vida. Allí pernoctará en un Seminario en el que sucede toda la acción de la novela.

Huelga decir que el Seminario está maldito. Ya desde primera hora, cuando encuentra el misterioso papel en el tablón de anuncios que le lleva hasta allí queda claro que el asunto da mal rollo. Una vez allí todo empezará a ser cada vez más opresivo hasta llegar a un final que... bueno va de cosas demoníacas, ya lo dice el título, no diré más para no estropear la lectura a nadie. Pero a mí me ha gustado como cierra la historia.

Se trata de una novela corta, se lee en un rato. Tiene un deje cinematográfico y, en general, el tono es muy clásico, nadie espere este nuevo terror desconcertante y perturbador que anda por ahí dando vueltas y del que ya me ocuparé en otro momento. No, Ángel es un enamorado y gran conocedor del cine clásico y en estas historias de la serie Averno tira de ello para construir sus novelas. No en vano, tanto este Pactum como la anterior, Manos frías, ya habían visto la luz previamente en forma de guiones cinematográficos. A pesar de estar novelada, esa naturaleza de la historia no desaparece ni se diluye en la forma.

Hay un momento, cuando la historia empieza su recta final, que me desconcierta pues se detiene a contar la historia de algunos personajes, los que podríamos llamar "los malos" de la película. Entiendo que es necesario dar a conocer estas cuestiones pues dotan de trasfondo a la historia pero no termino de ver el modo elegido para hacerlo. Ángel siempre toma alguna decisión de ese tipo en sus libros y tiende a dejarme un tiempo pensando en cómo lo hubiese resuelto yo. No parece, en cualquier caso, que sea algo que afecte a la recepción de sus obras y puede que se trate más de una observación mía que soy muy peculiar para muchas cosas.

En resumen, la nueva faceta que está desarrollando Ángel Barrios como autor de novelas de terror de corte clásico es muy interesante y proporciona lecturas breves pero intensas con las que amenizar un par de tardes. Quizá me parezca más potente su propuesta cuando se trata de la serie Meseta Negra, pero estos libros se dejan leer con gusto y no desmerecen en cualquier biblioteca que se precie de contener lo mejor del andargraun español contemporáneo.

lunes, 19 de agosto de 2024

Tengo un blog

Pues sí, sé que es una obviedad pero tenía que decirlo. Tengo un blog. En pleno 2024 que la moda furiosa de bloguear quedó sepultada hace tiempo por la preeminencia de las redes sociales, aún tengo un blog.

Tengo un blog y no uno cualquiera, se trata, ni más ni menos, que de este blog. Quizá sea un blog pequeño, humilde, incluso un poco escuálido, no sido capaz de cumplir mis buenos propósitos de actualizarlo con material de calidad frecuentemente, pero es mi blog y me encanta.

Tengo un blog y es, a mi modo de verlo, algo romántico. Cualquiera puede tener un blog y petarlo con él, de hecho existen algunos muy ilustres, visitados e influyentes, pero lo normal es que queden como algo que se pierde en la red sin que nadie lo visite nunca, pequeñas islas desiertas en el inmenso océano de Internet. Así, mi blog, que pretendía ser un espacio donde dar rienda suelta a mis ideas como prolongación de mis obras literarias y musicales, se ha quedado en algo que de tarde en tarde alimento y poco más. 




He aquí una foto de mi blog, sé que usted está viendo el blog mientras ve en la pantalla una fotografía del mismo. Considerémoslo como un ejercicio de meta lo que sea, cualquier metacosa que usted guste y se apropiada para esta pequeña jugada a ver el espejo dentro del espejo.


Tuve un blog hace dos décadas. Se llamaba Siendo Quijote en el siglo XXI. Ya no existe, pero entonces lo actualizaba a diario, se contaban las visitas por miles y muchos hasta se dignaban a comentar. Eran otros tiempos. La fugacidad es la única constante en esta cultura de la inmediatez en la que cada día estamos más inmersos. Llegado un determinado punto de mi existencia lo borré entero, las razones ya no importan, creí que era lo que debía hacer en ese momento, que no me iba a arrepentir. Por supuesto me arrepiento desde lo más profundo de mi negro corazón. Ni siquiera hice copia de seguridad de nada y ahí había textos de bastante relevancia, siquiera para mi propia persona, no pretendo ser ahora nada más que un coleccionista de recuerdos.

Participé en otros blogs, tanto individuales como colectivos. No merece la pena dedicar mucho tiempo a hablar de ello, en todo caso señalar mis exiguas participaciones en el blog de Sevilla Escribe aunque sólo sea porque todavía se pueden encontrar online. Pero poco más queda de todo cuanto he hecho en la blogosfera salvo algunos comentarios en blogs ajenos que alguien puede entretenerse en rastrear si quiere, a mí me da pereza hacerlo, y el espacio que me han dedicado, con mayor o menor amabilidad, para reseñas y entrevistas. Luego está este blog.

A día de hoy tengo este blog, no le presto la atención que me gustaría y mis propósitos de enmienda, cuando finalmente me decido y lo actualizo con algo, siempre caen en saco roto. No voy a volver a caer en el autoengaño fantaseando con que esta vez será diferente. Así es y así está bien, o debe estarlo pues es lo que hay y rebelarse contra la realidad propia no siempre es positivo.

Tengo un blog, este blog, y en gran parte me hace feliz que sigue ahí para cuando quiera tirar de él. Lo demás... lo demás son otras cosas y la vida tiene un montón de ellas.

sábado, 10 de agosto de 2024

No habrá paz para los malditos - Katherine Vega

    Desde ayer que terminé de leer está historia, que mientras leía le decía a mi señora que era de demonios follarines, vengo dándole vueltas a todo cuanto su autora pone sobre la mesa. Me gustan los libros que te dejan pensando y con cierta sensación de vacío tras cerrarlos. Este es uno de ellos.

    Cierto, porque la verdad siempre ha de ir por delante y más en este tipo de textos si queremos que quienes nos lean, aunque sean pocos, nos tomen en serio, que no ha sido el libro de Katherine Vega que más me ha gustado. Igualmente cierto es que no he leído todo lo que ha publicado, esta señora es una máquina imparable, prolífica como un Lope de Vega, ¿serán familia?. Denle tiempo y su obra, que ya empieza a ser extensa, se tornará en inabarcable. Ante una producción tan basta es obvio que algunos libros te van a gustar, o incluso interesar, más que otros porque, además, la amiga Katherine Vega se mueve por géneros y estilos como pez en el agua. Muy completa, sí señora, todo un talento el suyo. Elija el libro de su autoría que estime que más se puede adaptar a su gusto y dele una oportunidad, no se arrepentirá. Pero hoy voy a hablar de No habrá paz para los malditos. 



    Que no sea mi favorito, en ese podio están Algo malvado y Profanarás la carne casi inamovibles a la espera de que lea, en breve espero, No podrás escapar, no implica que no haya disfrutado con la lectura. Hay un momento que se me atraganta un poco cuando muchos capítulos terminan, como en aquel episodio de los Simpsons, con erótico resultado. Esta tendencia al continuo folliscar de los personajes me descolocó en parte porque no sabía, no buscaba, que se trataba de una novela erótica. No soy afecto a esas lecturas. Por suerte no es el caso, aunque a la señora Vega le gusta recrearse en las bajas pasiones de sus protagonistas. No importa, somos adultos, no vamos a escandalizarnos por unos cuantos polvos, aquí hay una historia que cada vez se hace más interesante y merece ser leída.

    Todo parte de una premisa en la que Lucifer, después de siglos siendo el amo y señor del Infierno, se harta, decide abdicar de su trono y largarse a Los Ángeles a vivir la vida loca en el Paraíso, un casino que se ha montado ex profeso. Para ello se hará acompañar de Leraie, general del Séptimo Círculo del Infierno y su amante predilecta, y Astartea, hermana de esta y demonio con muy malas pulgas. Todo está en orden para el desenfreno, sexo, drogas y rock and roll, aunque a Lucifer parece gustarle más el blues. El contrapunto viene, por supuesto, de que esta dejación de funciones como soberano del Averno no va a quedar como si no hubiese pasado nada, Leraie y Astartea temen que esto pueda tener consecuencias celestiales y vaya si las tiene. Y, parafraseando a Mayra, hasta aquí voy a leer la tarjetita.

    La novela se desenvuelve en torno a estos personajes y otros de la mitología cristiana que implican desde Lucifer y otros demonios a ángeles como Gabriel, Michael o el mismísimo Dios, pasando por secundarios de lujo como Caín, Lilith o Adán. Desde ya aviso que si usted es muy creyente de estas cosas y susceptible de ofenderse con facilidad será mejor que no se acerque a este libro, las cosas como son. Katherine Vega se entretiene en subvertir las reglas del juego desde sus propios eslóganes clásicos, una gamberrada de lo más divertido, todo hay que decirlo, cuando vemos todas estas figuras comportarse como si estuviésemos antes las historias de los dioses clásicos de Grecia. Ya por ahí la cosa va bien, nos ha salido blasfemilla la autora, ¿que le vamos a hacer? Se nos pone nietzscheana, hace una transvaloración y tira millas. He de reconocer que me he reído bastante con sus osadías y pensando en los escándalos que se podrían montar algunos en su cabeza de llegar a leer esto. Quizá necesiten ser escandalizados, ¿quién sabe?

    Lo mejor, como suele decirse, para el final, pero esa sí que no la voy a desvelar, sólo diré que es ÉPICO, así, con todas sus letras en mayúscula. Mola muchísimo. Me podría extender, me encantaría extenderme, pero no quiero estropear la lectura a nadie. A ver si montamos un club de lectura y ahí comentamos, mientras tanto no voy a decir nada más.

    En resumen, una novela gamberra y divertida que invita a alguna que otra reflexión y que se lee con gusto hasta llegar a un finalazo. No es poco, ¿no le parece? Si usted no tiene una mente cuadriculada y le gustan este tipo de historias haría bien en asomarse a leer como la cuenta Katherine Vega, lo hace de un modo fresco y sencillo no por ello falto de un trasfondo profundo y complejo donde el bien y el mal, igual que en la vida misma, se confunden, se enredan e incluso terminan folliscando de vez en cuando. Todo bien y muy recomendable.

    Muchas gracias por su atención.

Budapest - Nieves Mories

Hace ya tiempo que el nombre de Nieves Mories resuena en mi entorno lector cuando se habla de autores patrios de terror, en este caso autora...