lunes, 19 de agosto de 2024

Tengo un blog

Pues sí, sé que es una obviedad pero tenía que decirlo. Tengo un blog. En pleno 2024 que la moda furiosa de bloguear quedó sepultada hace tiempo por la preeminencia de las redes sociales, aún tengo un blog.

Tengo un blog y no uno cualquiera, se trata, ni más ni menos, que de este blog. Quizá sea un blog pequeño, humilde, incluso un poco escuálido, no sido capaz de cumplir mis buenos propósitos de actualizarlo con material de calidad frecuentemente, pero es mi blog y me encanta.

Tengo un blog y es, a mi modo de verlo, algo romántico. Cualquiera puede tener un blog y petarlo con él, de hecho existen algunos muy ilustres, visitados e influyentes, pero lo normal es que queden como algo que se pierde en la red sin que nadie lo visite nunca, pequeñas islas desiertas en el inmenso océano de Internet. Así, mi blog, que pretendía ser un espacio donde dar rienda suelta a mis ideas como prolongación de mis obras literarias y musicales, se ha quedado en algo que de tarde en tarde alimento y poco más. 




He aquí una foto de mi blog, sé que usted está viendo el blog mientras ve en la pantalla una fotografía del mismo. Considerémoslo como un ejercicio de meta lo que sea, cualquier metacosa que usted guste y se apropiada para esta pequeña jugada a ver el espejo dentro del espejo.


Tuve un blog hace dos décadas. Se llamaba Siendo Quijote en el siglo XXI. Ya no existe, pero entonces lo actualizaba a diario, se contaban las visitas por miles y muchos hasta se dignaban a comentar. Eran otros tiempos. La fugacidad es la única constante en esta cultura de la inmediatez en la que cada día estamos más inmersos. Llegado un determinado punto de mi existencia lo borré entero, las razones ya no importan, creí que era lo que debía hacer en ese momento, que no me iba a arrepentir. Por supuesto me arrepiento desde lo más profundo de mi negro corazón. Ni siquiera hice copia de seguridad de nada y ahí había textos de bastante relevancia, siquiera para mi propia persona, no pretendo ser ahora nada más que un coleccionista de recuerdos.

Participé en otros blogs, tanto individuales como colectivos. No merece la pena dedicar mucho tiempo a hablar de ello, en todo caso señalar mis exiguas participaciones en el blog de Sevilla Escribe aunque sólo sea porque todavía se pueden encontrar online. Pero poco más queda de todo cuanto he hecho en la blogosfera salvo algunos comentarios en blogs ajenos que alguien puede entretenerse en rastrear si quiere, a mí me da pereza hacerlo, y el espacio que me han dedicado, con mayor o menor amabilidad, para reseñas y entrevistas. Luego está este blog.

A día de hoy tengo este blog, no le presto la atención que me gustaría y mis propósitos de enmienda, cuando finalmente me decido y lo actualizo con algo, siempre caen en saco roto. No voy a volver a caer en el autoengaño fantaseando con que esta vez será diferente. Así es y así está bien, o debe estarlo pues es lo que hay y rebelarse contra la realidad propia no siempre es positivo.

Tengo un blog, este blog, y en gran parte me hace feliz que sigue ahí para cuando quiera tirar de él. Lo demás... lo demás son otras cosas y la vida tiene un montón de ellas.

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