domingo, 4 de abril de 2021

Holy Hex - Behold your own

 Cae en mis manos el vinilo del segundo disco de Holy Hex, Behold your own, gracias al buen hacer que caracteriza a mi queridísimo Jose Almero a la hora de tenerme al día en las novedades que edita con Sacramento Records. Cierto que en esta ocasión ha habido una demora de varios meses, pero estamos en tiempos de pandemia, no sé si lo habrá olvidado alguien, y esa circunstancia dificulta un poco este tipo de cuestiones. La espera, no podía aguantar las ganas de echarle la zarpa a esto y pincharlo, si queréis que os sea sincero, ha merecido la pena. Ha merecido la pena muchísimo.





El disco en cuestión ha salido a la luz coeditado, como está siendo cada vez más habitual en el underground, por unos cuantos sellos de esos que todos los que nos movemos en estas movidas conocemos aunque a nadie más le importe y que son la mano que mece la cuna de las músicas patrias más interesantes. En esta ocasión, junto a los ya mencionados Sacramento Records, tenemos a los incombustibles Spinda Records, los interesantísimos Violence in the veins, los ultraselectos NoizeLand Records y una gente que para mí son totalmente nuevos, llamados Hey Boy Hey Girl y que parece ser una tienda de discos de La Laguna (debo informarme mejor sobre esto). Con estos apoyos sale a luz una joya que todos los que gustéis de los sonidos más ambientales y experimentales, eso que llaman drone y cosas semejantes, haríais bien en catar. Como es mi costumbre os dejo aquí el disco incrustado para que podáis escuchar mientras leéis y así nos vamos haciendo todos el cuerpo.



¿Estamos ya todos a lo que estamos? Bien, así mucho mejor, sin lugar a dudas. Lo primero que os va a llamar la atención, por lo menos a mí lo hizo, es el diseño de la portada tan chulo en blanco y negro con detalles dorados. El símbolo central, salvando las diferencias, me trae a la mente al instante, sin ningún tipo de filtro, la cruz al revés tribal que lucían los Hypocrisy. Nada que ver las músicas, pero a primer golpe de vista la comparación es inevitable. Ese diseño tan impactante se acompaña de un vinilo gris de esos con pintitas que hacen ahora para darle todavía más alimento a nuestro fetichismo y que queda de lo más resultón. En conjunto, un producto muy apetecible en lo visual que siempre es importante y más en los tiempos que corren.


Empezando con Holy Hex en sí, tras ese nombre se esconde un viejo conocido de la escena unbderground sevillana, Fran Sánchez, guitarrista y miembro fundador de los sublimes Blooming Latigo. Recuerdo un concierto de ellos en un bar de la avenida de Miraflores, que ni sé cómo se llamará ahora ni recuerdo como se llamaba entonces, con los queridos Chacal y los esperados y no escuchados (la policía chapó el bar justo cuando empezaban a tocar ellos) Antigua y Barbuda. Lo de aquella noche de los Blooming Latigo fue de otro planeta. El otro proyecto reciente de Fran, junto al ya citado Almero y Manu Jiménez (Mademoiselle, Heredians...) es Pouring Tongues, ¿a que ahora que estás escuchando el disco te resulta curioso como suena al lado del marasmo de distorsión y locura desenfrenada de las otras dos referencias? Eso es lo que separa a los artistas que tienen algo interesante que ofrecer de los artesanos que son grandes maestros en lo que hacen pero no les muevas dofasido.

Eso es lo que más me ha atrapado de este disco tal como ha empezado a sonar, la limpieza, la diferencia, la calma y el sosiego reflexivo, el alcanzar la intensidad por la puerta de atrás. Un disco espiritual que te transporta y hace que viajes con cada nota a paisaje donde reencontrarte contigo mismo desde la óptica de un nuevo prisma. Guitarras cargadas de distorsión y delay que desarrollan monolitos sonoros y melódicos que cambian suavemente, como las dunas de un desierto a lo largo de la noche, conforme van avanzando los seis temas que componen el disco y que te tienen atrapado hasta el final que te quedas mirando con cara de gilipollas la aguja volviendo, chica bien educada, a su sitio tras terminar de reproducir la música mientras tú suplicas un poquito más de esa dimensión de la que te acaban de expulsar.

Un disco que engancha, que te obliga a volver una y otra vez sobre sus surcos para obtener más de esa sensación, de ese trip onírico que te aleja de la cruel realidad cotidiana y te permite relajarte, descansar, ver el mundo con otra perspectiva. Una música para sanar las heridas que el día a día deja en el alma. Sin lugar a dudas una bendición que este disco haya entrado en mi casa, pasará a formar parte privilegiada de mi colección. Y puesto que lo has estado escuchando a la vez que leías esto supongo que estarás de acuerdo conmigo, no pierdas el tiempo y échale el guante a una copia ahora que estás a tiempo que este es de los que luego en discogs acaban costando un dineral infame.

Una vez más, gracias por tu atención, nos leemos pronto.

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