viernes, 29 de enero de 2021

Fernando Aramburu - Patria

 Me he leído este libro. Alguno me saltará, porque siempre hay alguien que salta por cualquier  cosa, con que es una lectura muy mainstream y que debiera leer cosas más underground. Pues mira, leo y escucho lo que me apetece sin mirarme en esas cuestiones, ya habrá tiempo para autores under, de hecho ando con dos novelas de compañeros de Kmleon Books que serán debidamente reseñados cuando los termine y madure el contenido, pero ahora toca "Patria." Ya era hora que le tocase. Llevo no menos de tres o cuatro años viendo el libro por todas partes. Intrigado pregunté al que se cree que todo lo sabe y me salieron las típicas explicaciones y reseñas elogiosas. Miel en los labios. Luego lo leyó mi padre y me lo recomendó. Huelga decir que desde que aprendí a leer mi padre ha sido uno de mis más fieles compañeros de libros, sabe lo que me gusta y lo que no mejor que casi nadie en este mundo desde que era un crío y me compraba uno o dos libros a la semana para alimentar mi incipiente adicción a la letra impresa. ¿Cómo no hacerle caso a tu padre? Pero ahí estaba la pila de libros, esa enorme torre de volúmenes que esperan su turno... Han sido otras circunstancias extraordinarias las que también han jugado en contra de que llegase el momento de meterle mano, pero ya está hecho, no tiene sentido mirar atrás.

Espoleado por la existencia de una serie que no quería ver antes de leer el libro (y que tendrá que esperar un poco más por otros motivos que no voy a entrar a desarrollar aquí y ahora) llegó el momento de abrir las páginas de "Patria" y sumergirme en una historia que ya creía conocer por las referencias que me habían hecho. Una historia de un drama humano profundo y doloroso. El drama del pueblo vasco dividido por odios, algunos bastante irracionales a tenor de cómo lo pinta la novela, por motivo del terrorismo. Víctimas, verdugos, colaboradores, cómplices, aprovechados, acobardados, indignados... todos tienen cabida en las casi setecientas páginas que componen la obra. Un retrato coral que a pequeños trazos, ciento veinticinco capítulos, va mostrando la cara y la cruz de un horror que, aunque algunos no lo comprendan, o no lo quieran comprender, o no les interese comprenderlo, azotó a ambos bandos en algún modo que deformó sus vidas y las pervirtió desviándolas de lo que tendrían que haber sido. Personajes cargados de dolor y sufrimiento independientemente del lado de la balanza en que se encuentren. Personajes que evolucionan en su historia personal y en cuya evolución el autor hace un análisis de la condición humana enfrentada a unas circunstancias adversas.





La historia parte del momento en que Bittori, viuda de un asesinado por ETA, se entera de la noticia del abandono de la lucha armada por parte de la banda. Usando multitud de flashbacks el autor nos contará la historia de esta mujer y su amiga Miren, desde que de jóvenes estuvieron a punto de ingresar en un convento juntas para luego no seguir la vocación por seguir el camino del matrimonio, continuando por la amistad entre ambas parejas y sus hijos. La historia continúa con el ingreso de Joxe Mari, hijo mayor de Miren, en ETA tras un tiempo de lucha callejera que tenía más de rabia adolescente desenfocada que de auténtico compromiso con unas ideas que casi desconoce. Al tiempo el Txato, el marido de Bittori, empieza a ser extorsionado por la banda, su negación a ceder al chantaje terminará con su asesinato. No quiero ahondar más en el argumento. Da para mucho más. Las historias se cruzan. El Txato y Joxian, el marido de Miren, amigos de toda la vida, perdiendo el contacto por un pueblo no tan abertxale como pudiera parecer, muchos se dejan atenazar por el miedo. Las historias de las hijas de ambos matrimonios, Nerea y Arantxa, cada una con su carga de dolor. El cura cómplice y espoleador del apoyo a ETA en su pueblo. Los otros hermanos, las parejas, los amigos, las reacciones y cambios de cada uno. Una novela compleja y completa con un abanico de personajes tan humanos que se salen de las páginas, que por momentos parecen ser tus amigos de toda la vida, esos que tan bien conoces.

Y por encima de todo el cambio, el tema del libro podría ser ese, como las circunstancias nos llevan a cambiar posiciones vitales que hubieran parecido inamovibles. Miren llorando la muerte de Franco termina siendo la mas fervorosa abertzale y proetarra por amor a su hijo encarcelado por sus múltiples atentados. Un cambio que avanza inexorable hacia delante y hacia atrás  a lo largo de la novela que se expande cubriendo de sufrimiento a todo el que toca. Un dolor profundo que no te abandona y que, al final, sólo puede ser dominado mediante el perdón, sólo el perdón sincero libera del odio, sólo así se puede romper el vínculo que te ata con el dolor, porque el odio, es importante no olvidarlo, también es un vínculo, un vínculo casi más poderoso que el amor.

Usando un lenguaje sencillo y coloquial, pero a su vez correcto y preciso, el autor despliega un estilo muy peculiar en el que en una misma frase incluye un diálogo directo con una descripción. Deja frases sin terminar como en una conversación real sucede tan a menudo, como pasaría en la mente del protagonista que en ese momento esté retratando. Mezcla palabras en euskera que le dan el ambiente pues traducidas perderían su esencia (no preocuparse que al final hay un glosario y además habría que ser muy torpe para no entender por el contexto, "La naranja mecánica" era más dura en ese aspecto y lo flipásteis así que no quejaros tanto) y error gramaticales que parece que son normales de la zona. Súmale a eso la peculiar estructura narrativa, casi en espiral, que te mantiene enganchado sin saber bien qué va a venir a continuación pero dispuesto a averiguar más. Con estas herramientas y un manejo perfecto de las situaciones te sumerge en la historia casi desde la primera página atrapándote sin remedio para que llega el final.

Cierto que el último cuarto del libro se me hizo un poco cuesta arriba, tanto drama empezó a saturarme y el "final feliz" no sé si es lo que hubiera elegido de haber escrito yo la novela. También es cierto que la carga ideológica y política del asunto queda muy diluida. No hay grandes explicaciones que permitan saber y entender mejor todo el conflicto. En ese sentido obras como "El hijo del acordeonista" de Bernardo Atxaga me han resultado más reveladoras. En "Patria" parece como que hay unos cuantos que saben de qué va el tema y todos los demás son pobres borregos manipulados que siguen el ritmo que les marcan llegando al punto de matar y/o destruir sus vidas por el camino. En este sentido me da la sensación que la novela tiene más interés en mostrar las consecuencias que las causas. Este me resulta el punto más débil porque cuando te asomas a una obra de esta naturaleza quieres conocer, aprender y comprender mejor todo lo que sucedió en torno a ETA. Pero me sigue faltando información, sigo sin comprender del todo. Lo mismo es que me va a resultar incomprensible toda la vida, más conforme más años me caen encima, el uso de la violencia para defender ideas y políticas. No lo sé, por si acaso seguiré buscando explicaciones a esta conducta humana tan intrigante.

En resumen, "Patria" me parece una novela excelente, un drama muy duro sobre una etapa muy oscura de nuestra historia, que, en virtud de su estructura poliédrica, nos permite hacer una inmersión bastante completa en la condición humana. Sus pequeños peros son casi insignificantes al lado de todo lo bueno que tiene para ofrecer. Ha sido mi primera lectura de Fernando Aramburu, pero no será la última. Y a ti, ¿qué te ha parecido? 

sábado, 16 de enero de 2021

Ruido Bruto - Anticristo con cresta y botas

 Sevilla tiene un color especial. Esa sevillanía que se llena gozo y júbilo cuando el aire huele a azahar mientras el palio de la Virgen del yonosequé avanza bamboleante hacia la Campana con la marcha esa tan famosa que hace tariro tariro tariroriiii, con las cornetas marcando un paso militar, una cadencia marcial que no deje lugar a dudas de parte de quién ha estado la Iglesia por estos lares desde hace tantos años que hablar de lo que pasaba antes carece de sentido. Pero hay otra Sevilla, esa otra Sevilla que nadie quiere ver, ya lo cantaban Acracia en el 89. Esa Sevilla que no va a la Feria, no se disfraza de señorito cortijero para ocultar que es un currela que si le falta el jornal dos días se muere de hambre, no es flan de los pasos ni tiene interés por sus imágenes antediluvianas que, más allá de su valor artístico, son representación de muchas cosas de las que el representado hubiese abominado. Esa Sevilla que cantó con la voz reventándole el cuello el famoso "pues claro que no, no creo en tu dios de madera" de los Narco. Siempre existió esa otra cara y siempre existirá. Porque la vida es así, porque a cada acción corresponde una reacción de la misma magnitud en su contra, es algo así como las leyes de la termodinámica aplicadas a la conducta social. Ahí surgen Ruido Bruto siguiendo una tradición de rock combativo, punk frenético y hardcore de mala baba que se remonta décadas atrás en el underground sevillano. Ya he hablado de Acracia y Narco, pero no menos insignes son Reincidentes con su épico "Borbolla, Borbolla, eres un gilipollas". Mención especial Los muertos de Cristo y su continuación lógica El Noi del Sucre que son de Utrera, pero es de la provincia. A mediados de los 90 el punk en Utrera era fuerte como un martillo pilón y el death metal no digamos, esos Necrophiliac y su imprescindible Chaopula citadel of mirrors. ¿Tenemos o no tenemos tradición punkarra? Podría seguir con otros grupos afines de un modo u otro. Dr Bad, KAP, Excreted Alive, Falso Dogma, Los que mataron a Bruce Leed, KDR, Herejes, Rabones, Los Monstruitos y los que me olvido o no he conocido porque son muchos para poder seguirlos a todos... Ruido Bruto no surgen de la nada, son unos dignísimos herederos de todo eso y más.

Pero además no vienen solos. Todo lo que rodea a su primer disco, Anticristo con cresta y botas (me vuelve loco ese título, me encanta), ya avala desde el principio que son parte de algo más grande que ellos mismos y que es esa cultura sumergida. Desde el diseño del artwork por parte del fundamental Ricardo Barquín, un nombre ineludible en esta movida desde que mi memoria alcanza, a la grabación y producción a manos de Leo Peña en su ya mítico Jotun Studio. Sin entrar a hablar, porque se nos iría de espacio, el movidón de punk y semejantes que hay en los últimos años en Sevilla gracias, entre otras muchas cosas, al buen hacer de Andalucía Über Alles. Estos chicos vienen bien arropados a presentar su CD y su CD no te deja lugar a dudas. ¡Olé sus huevos! ¿Te gusta el hardcore apunkarrao, crustie por momentos? No te los pierdas. Para que nos entendamos te dejo que los escuches y seguimos.



Ahora que los estás escuchando tampoco debiera tener mucho más que decirte, pero te lo voy a soltar igualmente porque para eso es mi blog, si no quieres no tienes que seguir leyendo. Si vas a seguir, con música es mucho mejor, eso sin duda. Hablar de música sin escucharla es una mierda. Ese principio, ese arranque con el sampler del Ave Santani de Jerry Goldsmith a mi me gana de inmediato. Soy flan absoluto de La Profecía y Damien Thorn, es escuchar los primeros compases de esa pieza y ya me pongo de buen humor. Vamonos que incluso el momento del corte y el redoble de batería que da pie al tema me recuerda a morir a la versión de Fantômas (supongo que a Sergi no le molestará si digo que su entrada de batería me recuerda a Dave Lombardo), pero luego se van a su historia con Anticristo con cresta y botas. Pistoletazo de salida para algo más de media de punk bailongo, con una vena hardcore latiendo a punto reventar en su cuello, con toques de crust y momentos que incluso te harán pensar en psychobilly. Una música contundente y reivindicativa donde destaca el bajo de Gianni que, sin dejar de flagelar como un látigo fustigante junto a sus compañeros, tiene muchos arreglos y fraseos brillantes, llenos de melodía y buen gusto. Jose y Sergi con sus instrumentos son muy correctos. La batería  de Sergi suena contundente, en su sitio sin parar de meter presión, sin alardes pero machacando sin piedad como es menester en estas cuestiones. La guitarra de Jose, quizá la que menos destaca, destripa sus riffs con precisión y da el colchón perfecto sobre el que desplegar voces y textos, el, para mi, punto de máximo esplendor de Ruido Bruto.


Se nota que el diseño del CD ha estado en buenas manos

El gran punto a favor de este debut son sus canciones. Menuda obviedad, ¿no? Pues no tanto, o al menos a mi me lo parece. No son pocas las veces que escucho grupos que perdidos en la autocomplacencia del "mira como toco" terminan perdiendo de vista que toda esta historia del rock, por resumirlo en una palabra, consiste en hacer canciones y las canciones, por definición, tienen que ser cantables. Me encantan esos grupos de metal extremo retorcido incantable, pero cuando caen en mis manos CDs como este, que a la segunda escucha ya estás cantando con ellos, me flipa. Me parece todo un arte hacer de cada pieza, dentro de un mismo estilo, un ente individual cantable y reconocible. Ruido Bruto lo consiguen de pasada. Cada tema es un mundo, una reivindicación, una consigna coreable. Saben sacarle jugo a fondo a las posibilidades que ofrece el hecho de cantar los tres miembros del grupo. En ese nivel, las voces desde el principio me han recordado a Sociedad Alkoholika y Narco, con un toque en los temas con los coros de Marta, especialmente en Muerte en vida, a los viejos Alloraralaiglesia. Vamos que me ha gustado mucho este Anticristo con cresta y votas. Ha sonado en bucle en mi coche desde que cayó en mis manos el miércoles.

La maqueta de Ruido Bruto, presagio de la que se nos venía encima

Quizá, por ponerle un pero, las letras no me entran del todo. Tocan temas con los que podemos estar de acuerdo: la religión, la inmigración, las casas de apuestas, la herencia franquista de nuestra sociedad... pero me parece que los años me han suavizado la parte más extrema de mi forma de ver el mundo, me debo estar haciendo viejo, y aquí los amigos de Ruido Bruto siguen cabreados, y tela, con todo los que les rodea. Bueno, tiene que ser así, es punk, ¿qué cojones? En cualquier caso eso no ensombrece el trabajo que han hecho, al menos para mí, para alguien católico, de derechas, como dios manda y votante de ese partido político... a ese le parecerá una atrocidad, una provocación, una invitación al guerracivilismo y les intentará echar encima a los perros rabiosos de los abogados esos que todos sabemos. Esperemos que no llegue a tanto, aunque no sería la primera vez que pasa algo así, algún referente ya citado se ha comido mierdas de ese tipo. Ellos son conscientes que esto puede pasar, son gajes del oficio.

En resumen, un gran disco. Divertido, bailongo, cantable y leñero a nivel musical y reivindicativo, como tiene que ser tratándose una propuesta que se mueve entre el punk y el hardcore. Un gran paso adelante desde su maqueta de 2016 en cuanto a sonido aunque todas sus grandes virtudes ya estaban presentes en aquel trabajo seminal. Un juego equilibrado de las voces para crear canciones enormes, una instrumentación concisa pero de una precisión y eficiencia indudables, y un bajo que destaca por sus líneas cargadas de gusto y melodía allí donde se lo permite su tarea de fustigar la máquina para que avance. 

sábado, 9 de enero de 2021

Adiós Boni

 Pues parece que el 2021 que tantos esperaban con la alegría del renacer, no me pregunten porqué, no va a darnos muchas más satisfacciones, al menos en sus primeros días, que su predecesor. Ayer saltaba la noticia de la muerte a sus 58 años de Boni, el guitarrista y cantante de toda la vida de Barricada. Una putada, si se me permite la expresión. De repente, miras atrás y te das cuenta que es como un viejo amigo, aunque nunca llegué a conocerle en persona, al que haces mucho tiempo que no ves y que ahora nunca más podrás ver. O sí, porque siempre nos quedará su música, pero el mazazo es igual. Algo se muere en el alma cuando un amigo se va, y son tantas y tan significativas las horas de mi vida que he pasado escuchando a Barricada, tantos conciertos que fui en su momento, que, repito sin haberles conocido en persona, es casi como si fuesen mis amigos desde chiquetitos.

Y es que, ahora con estas cosas te da por ponerte a rememorar, yo era un criajo, once años a lo sumo, la primera vez que supe que existía Barricada porque TVE, que por aquel entonces era otro rollo totalmente distinto y ponía cosas de lo más interesante, emitió una "actuación" de ellos, un playback chunguele, aunque ya quisiéramos ver por lo menos eso en estos días, "tocando" Todos mirando. En mi imaginación infantil que se acercaba galopando en hormonas a medio eclosionar a la pubertad, ese tema se convirtió en un himno de la vida cotidiana. Lo cantaba, como podía pues con una escucha un día en la tele no te quedas con toda la canción ni aunque tengas una memoria musical de elefante concertista de piano (la mía no es nada mala, por cierto, pero no hace milagros como los del señor del memorión que habla Luria). Una esquina que no conozco por la zona nananá, nananana, nananana, tretaicinco es su edad, yo me temo que estoy borrracho, ella sabe a lo que va, nananana nananana nananana nananá.... todos mirando... Algo así.



Poco después llegó el directo, impresionante, al menos para mí que era un chaval. Que me llegó a la vez que cosas como el ...and justice for all de Metallica o el Blood Fire Death de Bathory, y tú dirás, con razón, my weapon hay un océano. Bueno con Metallica lo había, con Bathory sólo media Europa, para mi eran casi todo lo mismo y molaba que te cagas. Casi que Barricada molaba más porque les entendía lo que cantaban sin tener que hacer un esfuerzo adicional por aquello del idioma. El tema es que ahí estaba yo flipando en colores con aquello.



Después de aquello llegó el comprar sus vinilos, asistir a conciertos en lugar de escucharlos en casa y todo lo que conlleva ser flan de un grupo. Hace poco, con motivo del retorno de La Polla Records escuché, vi o leí, lo siento no recuerdo ergo tampoco puedo enlazar, una entrevista a Evaristo que, preguntado por Barricada, afirmaba que los Barricada sí les gustaban porque aunque eran heavies hablaban de cosas. Creo que eso era una de los cosas que siempre me gustaron, sus letras eran muy punk, reivindicativas en más de una ocasión. De alguna forma sirvieron para forjar ese híbrido extraño que he sido siempre, un punk encerrado en el cuerpo de un heavy, si es que tuviese que hacer una descripción de trazo grueso sobre mí centrada en la música.



Llegaron más discos e incluso, allá en el lejano 1999, me montaba en el escenario del mítico Fun Club para tocar con mi grupo de entonces. ¿Versiones? Pues lo normal. Child in time de Deep Purple, A la sombra de una mentira del querido Rosendo (lo reconozco entonces estaba de moda por el disco en directo en la Prisión de Carabanchel) y Picadura de escorpión del primer disco de Barricada. Pero, ¿no me preguntes la causa?, poco a poco fui perdiéndoles la pista. Me interesaron otros sonidos, la música es muy grande para estar siempre escuchando lo mismo, ¿quién sabe? No son ni los primeros ni los únicos. Pocos son los grupos que he seguido a pies juntillas, si he de ser sincero.



Sacaron hace unos años, ¿una década?, un DVD en directo con Rosendo y Aurora Beltrán, si la memoria no me falla, que alguien me regaló por un cumpleaños o semejante porque me puse pelusón con el tema. Cuando llegué a casa el reproductor que tenía entonces se negó a reproducir los discos, era un cacharro de muy baja calidad, y dije ya lo veré en el ordenador. Me avergüenza un poco reconocer que ese momento no llegó nunca. Era como si Barricada, esos sonidos y toda esa etapa de mi vida hubiesen quedado atrás indefectiblemente. El puntillazo llegó hará cinco años. En unos grandes almacenes encontré aquel viejo directo de finales de los 80 en CD por 3€. La nostalgia me golpeó duro y lo compré sin ni siquiera dedicar un segundo a la reflexión. Cuando lo puse me sonó todo tan lejano que no conseguí conectar con lo que escuchaba y pensé, craso error, que mi historia con Barricada había terminado para siempre.



Ayer murió Boni. En los últimos días, fíjate que casualidad, andaba tarareando mientras curraba. Esta noche no es para andar por esas calles. No, mi cerebro no hace milagros ni tengo inexistentes poderes psiónicos para predecir el futuro. La explicación es más sencilla. Ando leyendo Patria de Fernando Aramburu y en el libro, entre otras muchas cosas, se menciona de pasada el rock radical vasco. ¡Qué sí! ¡Que son de Pamplona! Pero esa referencia trajo a mi mente las viejas canciones de Barricada. Mientras yo quitaba grasa de los engranajes canturreando viejas canciones de Barricada, Boni nos abandonaba a una edad a la que, en teoría, todavía te deben quedar muchas cosas por decir. Y es una mierda.

A modo de pequeño homenaje cogí ese CD de 3€ y me lo metí en el coche para el camino al trabajo. Esta vez el reencuentro con esas canciones fue otro, sabiendo que faltaba el Boni, que ese "amigo al que hace tiempo que no ves" no iba a volver, escuchó el corazón más que las orejas o el cerebro y me comí los kilómetros con el alma en la garganta cantando como si volviese a ser un adolescente esas canciones que forjaron una parte de mi vida. ¿Mi reconciliación ha sido total? No puedo saberlo. Sólo sé seguro que la muerte de Boni me ha traído de vuelta una época de mi vida que se fue y no va a volver porque el tiempo va siempre adelante, y que al hacerlo me he dado cuenta de que, aunque hiciese mucho que habíamos perdido el contacto, como los buenos amigos, como los de verdad, la música de Barricada formará parte para siempre de mi vida y de quién soy. Gracias Boni, por la música y por todo. Ya has llegado al lugar donde todos nos dirigimos, ve pidiendo una ronda de cervezas para cuando lleguemos el resto.



domingo, 3 de enero de 2021

2021

Bueno pues tan sólo unas líneas para mantener este blog activo e ir creando el hábito de actualizarlo, que no es moco de pavo. Un blog requiere tiempo y cuidados, el tiempo es mi talón de Aquiles últimamente. De eso quiero hablar un poco. De cómo me planteo gestionar el tiempo que dure esta vuelta al Sol que empezamos hace unos días. Vamos que voy a escribir mis propósitos para este año que entra, a ver si así me sirve un poco de compromiso público y con ello cumplo alguno. Al menos voy a escribir algunos, los que me vienen ahora a la cabeza y veo factibles, otros los dejo por imposible de momento.

Por supuesto, estos buenos propósitos parten de la base de lo que he considerado deficiencias en los últimos meses. Así lo primero que quiero es leer más. ¡Qué tontería! ¡Si a ti te encanta leer! Pues sí, pero con el trabajo que me deja poco tiempo y con unos niveles de cansancio bastante elevados, unido a otras aficiones y formas de perder el tiempo, la verdad es que he leído muy poco desde hace unos años. Este año quiero corregir eso. No me voy a plantear una cifra porque me parece poco realista. Para estimular eso me he propuesto escribir una pequeña reseña aquí de cada libro que me lea y así cumplo parte de otro objetivo, darle vida en condiciones a este espacio.

Las reseñas también quiero que sean de música, quiero sistematizar un poco mis impresiones sobre los discos que vaya descubriendo este año, o los que recupere y me reenganchen. Me gusta escribir sobre música, me encantaría poder escribir sobre conciertos también, a ver si se puede aunque sea más adelante. No me voy a proponer escuchar más música porque de eso sí he ido bien servido, siempre se podría un poquito más, pero no ha estado mal la cosa.

En lo musical sobra decir que 2021 debiera ser el año en que DML por fin grabemos nuestro primer LP completo después de nuestros dos aclamados primeros EPs. Estamos trabajando en ello con unos resultados muy satisfactorios, pero entre que somos de ir lento en la composición porque pulimos mucho hasta el último detalle y que los trabajos no nos dejan ensayar tanto como nos gustaría, pues es difícil poner fechas y cumplir con ellas. La voluntad está ahí, veremos si podemos cumplir con sus designios.

En el plano literario este último año ha sido muy fructífero. Por fin publiqué La senda del hipopótamo, me uní al colectivo de Kmleon Books donde he encontrado un montón de compañeros fantásticos y un muchísimo apoyo y que, además, hace unos días hemos publicado una antología First Class en la que aparece mi relato Supervivencia. 



Portada de La senda del hipopótamo en su versión e-book

Esta antología no sólo convoca a 22 de los autores y autoras que hemos entrado en primera instancia en el colectivo, cada uno presentando un relato que le representa y muestra cuanto es capaz de ofrecer, con lo que ha salido una cosa muy variada y jugosa; también hemos hecho fuerza para apoyar a ASEM SEVILLA, la Asociación Sevillana de Esclerosis Múltiple, destinando todos los beneficios que salgan del proyecto. Esperemos que sean muchos. Así, mi propósito para 2021 es, al menos, publicar una novela. ¿Cuál? Pues estoy en duda, tengo tres proyectos que podrían ser candidatos, ya iré viendo y hablando de ello conforme estime oportuno, pero no me gustaría terminar el año en blanco de publicaciones. Lo mismo alguna antología si surgiere algo interesante... Bueno estoy pendiente de veredicto en una muy leñera, ya veremos. O mi propia antología... No sé, no tengo material para eso todavía. 



Portada de la antología First Class, no dudes en comprarla, harás una buena acción y podrás conocer un montón de voces nuevas

Y eso es todo de momento, o todo lo que voy a contar. Podría hablar de otras cuestiones, pero son más personales y creo que sobran en este espacio, además que veo más difícil el cumplirlas, ¿a quién quiero engañar?. En fin, hasta aquí gracias por su atención. Nos leemos.

 

Budapest - Nieves Mories

Hace ya tiempo que el nombre de Nieves Mories resuena en mi entorno lector cuando se habla de autores patrios de terror, en este caso autora...